London lo creáis o no es una ciudad que enamora. Esas calles con edificios tan victorianos, esa gran población tan diversa, esos parques gigantes y verdosos en los que las ardillas se convierten en tus mejores amigas, eso sí, siempre y cuando les des algo para comer…
Siempre he escuchado la expresión de “cuanto más grande sea la ciudad, más grande será tu posibilidad”. Lo cierto es que muchas de las personas que en algún momento de sus vidas deciden dejarlo todo y embarcarse en este tipo de experiencias siempre buscan una mejora tanto profesional como personal, y al final muchos acaban encontrándola. Salimos de casa con las ganas, la motivación y la esperanza de poder hacer aquello que en nuestra tierra no nos permiten. La maleta cargada de ilusiones, sueños y fotos. Muchas fotos. Del primo, de la hermana, de los amigos, de la familia… La distancia no es el olvido. Y ¿por qué Londres?
Porque puedes conseguir trabajo para empezar a vivir en menos de lo que te imaginas. Porque además en tus días libres puedes aprovechar para recorrer la rivera de uno de los ríos más caudalosos de Europa o para relajarte en lo alto de Primrose Hill mientras sientes que la ciudad a tus pies. Porque vas a encontrarte amigos con los que aprenderás más inglés que en toda tu vida escolar y que se convertirán en familia que tendrás por siempre. Porque debido a la cantidad de eventos que se llevan a cabo mensualmente, no tendrás tiempo para el aburrimiento. Porque perderse callejeando puede hacerte descubrir que Londres no es tan oscuro y lúgubre como muchos aseguran, porque te darás cuenta del significado de la palabra cosmopolita y porque cada día será diferente al anterior.
Aunque el Big Ben no sonará hasta dentro de unos años, sigue mereciendo la pena venir y disfrutar del espíritu y la energía de esta ciudad.